“La fábrica empezó a producir en 1954, yo entré en 1968 como ayudante de peón. Cuando en 1980 cerró, algunos seguimos trabajando como service oficial. Nuestra indemnización fue para comprar materiales, y un amigo adquirió toda la matricería de los tocadiscos, por eso después pudimos fabricar algunas piezas. Además, habíamos acopiado material de uso más masivo, sabíamos qué se rompía más seguido: algunas cosas no eran tan necesarias y otras son de uso permanente”, cuenta Atadía.
La fábrica original, en Ciudadela, fundada por Roberto Vega y Dante Polano, tenía cerca de 2.000 empleados que trabajaban en tres turnos durante día y noche. Desde hace tiempo y aunque dejaron de fabricarse, los Winco se convirtieron en material de culto para los amantes de la música. Si bien muchos los buscan como un simple objeto vintage, otros los quieren porque logran transmitir el sonido de las viejas orquestas, tal cual sonaban en los tiempos en que grabaron los discos.
“El que escuchó el disco de vinilo dice que los nuevos tocadiscos no tienen el sonido original. En estos viejos Wincofones ponés los discos de pasta en 78 y escuchás el sonido como era de verdad en las viejas orquestas típicas de tango y de jazz. Algo de cierto debe haber, porque los chicos rockeros, que tienen muy buen oído, dicen que el rock en discos de vinilo se siente mucho mejor que en otro formato”, relata.
A diario muchos jóvenes y no tan jóvenes se acercan con los Winco que compraron por Internet para que Atadia los arregle: “Por la web hay un movimiento grande. Los compran, no funcionan o funcionan mal, y los traen acá para arreglarlos. Nosotros no somos un service oficial porque ya no hay más, pero les ponemos piezas originales, damos garantía de 60 a 90 días para un aparato que tiene 50 años. Para ponerte un ejemplo, a un aparato de DVD de los de ahora, yo no le doy ni tres días”.
Por Internet el costo de los Winco arranca en un suma cercana a los $ 500. Sin embargo, un aparato original y funcionando en perfecto estado no baja de los $ 5.000. Al negocio de Almagro llegan clientes de Capital y del Gran Buenos Aires, pero también de lugares un poco más lejanos. “Si es por eso, te puedo decir que tenemos uno de la Scala de Milan. Se llevó un Winco a Italia y cada tanto viene a buscar púas, por ejemplo. Se ve que allá habrá cosas más modernas, pero no como las que tenemos nosotros”, dice orgulloso Atadia.
Muchos curiosos todavía se preguntan: ¿a qué se debe el nombre de la empresa? Dicen que Winco era una firma que ya existía en Estados Unidos, dedicada a fabricar cargadores de baterías. Y que Vega, uno de los fundadores, descubrió el nombre siendo adolescente, en esos aparatos que su abuelo tenía en el campo.
En los últimos años el vinilo volvió a tener presencia en el mundo de la música, aunque a un costo bastante más elevado que el de los CD. De todos modos, en el negocio de Atadia todavía no se nota la nueva tendencia. “Acá el trabajo es el mismo de siempre -cuenta- vienen por una cuestión sentimental, traen el tocadiscos que era de la mamá, de la abuela, para conservarlo como un recuerdo. Algunos tienen cincuenta, sesenta discos, y lo quieren para volver a escucharlos”.
No pasaba lo mismo a comienzos de la década del ochenta: la fábrica de Winco había cerrado y los artículos importados entraban muy baratos al país, arrasando con la industria nacional: "Me acuerdo que íbamos caminando por la calle y nos encontrábamos con los Winco tirados en las puertas de las casas. La gente los dejaba porque de afuera llegaban tocadiscos muy baratos".
Aunque resulte difícil de creer, uno de los hombres que más sabe de estos tocadiscos, y seguramente el que más pasión les tiene, no cuenta con ninguno en su casa: “Mi mujer me dice, '¿cuándo vas a traer uno?' Es que cuesta mantenerlos originales. Como acá los reparamos, siempre necesitás una pieza para arreglar otro”.
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